domingo, 10 de enero de 2016

Camino de Santiago|| Sara

Lo mejor no fue el final.
Cada gota de lluvia que surcó mis mejillas, resultaba un alivio, parecía apagar por unos segundos el calor que mi rostro emanaba. Cada señal indicando la distancia restante resultaba inmesamente alentadora. Cada paisaje merecía ser fotografiado desde todos los ángulos. Cada caminante que me adelantaba a paso rápido y me dedicaba una sonrisa parecía regalarme parte de sus sobrantes energías. Cada cama en la que descansé y tan abrazada me sentí, el silencio, la calma, paz después de un día agotador.  
Todo eso, y todo lo que con palabras no se puede describir, fue lo mejor.





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